- El giro hacia el trabajo sostenible convive con un mercado laboral marcado por la precariedad y políticas climáticas que aún no reconocen a los pueblos indígenas ni a los territorios sacrificados.
- El informe incorpora la noción de transición socioecológica justa, pero no incluye referencias a pueblos indígenas, ni al rol de los territorios originarios en la transición. Esto contrasta con marcos como el Convenio 169 de la OIT o el Marco Global de Biodiversidad de la ONU, que reconocen que los pueblos indígenas son actores estratégicos y deben participar en la definición de políticas climáticas y de reconversión productiva.
Santiago, 01 de diciembre de 2025. (Diariomapuche.cl)– Chile se encuentra ante una transformación decisiva. La transición socioecológica —que redefine sectores productivos, capacidades laborales y relaciones territoriales— ya está alterando la estructura del empleo en el país. El nuevo informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ofrece la radiografía más completa hasta ahora sobre empleos verdes y azules, revelando un mercado laboral que crece hacia la sostenibilidad, pero también mostrando brechas que podrían profundizar desigualdades históricas si no se abordan con políticas activas y visión territorial.
El documento sitúa a Chile en el centro de la triple crisis ambiental —cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad—, advirtiendo que el país aún depende de un modelo económico “construido sobre combustibles fósiles y una extracción de recursos que supera los límites de los ecosistemas”. Para enfrentar este escenario, Chile ha asumido compromisos clave como el Acuerdo de París, el Marco Global de Biodiversidad y la actualización de su NDC, la contribución que cada país presenta ante la ONU para reducir emisiones y adaptarse al cambio climático. En su versión más reciente, la NDC incluye un pilar de transición justa, cuyo objetivo es que los costos y beneficios de la transición no recaigan desproporcionadamente en ciertos territorios o grupos sociales.
Estos compromisos ya se materializan en lugares como Mejillones y Tocopilla, donde el retiro acelerado de centrales a carbón marca un cambio profundo en el modelo energético. Allí, los cierres obligan a anticipar procesos de reconversión laboral y de diversificación productiva que no siempre avanzan con la velocidad que la crisis climática exige.
Qué significa “empleo verde” para Chile
El informe adopta estándares de la OIT y UNEP para definir los empleos verdes como aquellos que protegen ecosistemas, reducen consumos intensivos, descarbonizan sectores productivos y disminuyen contaminantes. A ello se suma una exigencia clave: deben ser empleos decentes, con derechos y garantías laborales.
Los empleos azules, en tanto, refieren a actividades vinculadas al ambiente marino —pesca, energía oceánica, turismo costero o biotecnología— que integran criterios de sostenibilidad oceánica.
Pero la medición no es simple. No existe una definición única y cada país utiliza criterios propios. Chile adopta un enfoque mixto que combina clasificación ocupacional y sectorial, emisiones por trabajador y análisis de habilidades emergentes, un método que permite distinguir entre empleos verdes, no verdes, formales e informales dentro del mismo sector.
Cuántos empleos verdes existen hoy
El informe estima que 1.446.561 personas trabajan en ocupaciones verdes en Chile, equivalente al 16% del empleo nacional. De ellos, 862.659 cumplen además criterios de empleo decente. Esta radiografía permite dimensionar el potencial de la transición, pero también sus tensiones: no todos los sectores avanzan al mismo tiempo ni en las mismas condiciones.
Territorios en la primera línea de la transición
El análisis territorial del informe se centra en Mejillones y Tocopilla, donde convergen industrias portuarias, mineras y energéticas. En Mejillones, por ejemplo, el cierre progresivo de unidades a carbón abre oportunidades vinculadas a energías limpias, infraestructura verde y electromovilidad. Pero la transición no es automática: requiere inversión, formación técnica y decisiones públicas que faciliten la reconversión de trabajadores y comunidades.
El informe complementa este análisis con datos de informalidad regional, destacando que en Antofagasta la informalidad alcanza el 22%, una señal de que incluso regiones con alto dinamismo productivo albergan brechas laborales importantes.
La informalidad: un vacío estructural en la medición
El PNUD advierte que, especialmente en países en desarrollo, “la economía informal debe ser integrada en el análisis”. Sin ese componente, la medición de empleos verdes corre el riesgo de subestimar formas de trabajo invisibles para las estadísticas, pero esenciales para la sostenibilidad. Aunque el informe no entrega cifras nacionales de informalidad, sí subraya que cualquier política de transición justa debe considerar este universo.
Según la tasa de ocupación informal del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la informalidad en Chile fluctúa entre 25% y 30%. En 2024 alcanzó 27,5%, con variaciones trimestrales de 28,1% (enero–marzo 2024), 26,4% (octubre–diciembre 2024), 25,8% (enero–marzo 2025) y 26,0% (abril–junio 2025). Uno de cada cuatro trabajadores se desempeña fuera del empleo formal, lo que plantea un desafío mayor para evaluar el verdadero alcance de la transición verde.
Lo que falta: el enfoque indígena
El informe incorpora la noción de transición socioecológica justa, pero no incluye referencias a pueblos indígenas, ni al rol de los territorios originarios en la transición. Esto contrasta con marcos como el Convenio 169 de la OIT o el Marco Global de Biodiversidad de la ONU, que reconocen que los pueblos indígenas son actores estratégicos y deben participar en la definición de políticas climáticas y de reconversión productiva. La ausencia de esta dimensión deja un vacío analítico en un país donde muchos territorios afectados por industrias intensivas son precisamente territorios indígenas.
Un país que se redefine
El informe del PNUD entrega una base sólida para comprender los cambios que ya atraviesa el mercado laboral chileno. Pero también muestra que la transición verde solo será justa si integra plenamente a quienes hoy quedan al margen: trabajadores informales, regiones sacrificadas y pueblos indígenas. En ese cruce —entre sostenibilidad, derechos y territorio— se juega el futuro del país.
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