- No existe una manera correcta de hacer lo incorrecto y la consulta indígena es un buen ejemplo: aunque el gobierno, sus políticos y funcionarios presenten metodologías, cronogramas y equipos técnicos, todo el proceso que nació cuestionado por las comunidades ahora está viciado.
- El camino ya ha sido largo y difícil, pero la sensatez, la historia y las presentes y nuevas generaciones son las que deben decidir, y no una viciada y corrupta clase política que impone un mal menor como solución que es ni mas ni menos perpetuar el despojo y establecer un “pogrom moderno”, es decir una silenciosa y ladina forma de aniquilación física, territorial, simbólica y cultural.
- Pero el gobierno no está solo, ni armó la Comisión de Paz en solitario. Detrás están las mentes empresariales nacionales y multinacionales, sectores de la academia, asesores legales, ONG y funcionarios de oficinas públicas que facilitaron reuniones en los territorios, y por supuesto la clase política transversal con el exministro de Sebastián Piñera, Alfredo Moreno; y el histórico senador democristiano Francisco Huenchumilla, que estuvieron liderando este culebrón político.
Por: Patricio Igor Melillanca
diariomapuche.cl
27 de agosto de 2025
El Gobierno creyó que con la “consulta indígena” generaría un camino de paz, entendimiento y cierre final de los reclamos del pueblo mapuche por la restitución de sus territorios ancestrales. Pero en la práctica activó una bomba atómica que no sabe desarmar. Lo que se presentó como un mecanismo de participación, terminó siendo un garrafal error no forzado: comunidades que rechazan el proceso, técnicos y funcionarios del gobierno y políticos, «tirándose la pelota», y una institucionalidad atrapada en su propio zapato chino. Hoy, La Moneda enfrenta la paradoja de insistir en un diálogo en el que ya nadie cree, y cada intento de corregirlo parece solo prolongar seguir dándose vueltas en un molesto circo.
Desde la creación de la Comisión de Paz y Entendimiento, surgida de acuerdos entre el gobierno, la clase política y el gran latifundio forestal y agroindustrial, en la práctica, los pueblos originarios han sido espectadores de un proceso definido desde arriba.
La Comisión de Paz y Entendimiento y las y los que apoyaron esta frágil propuesta, incluidas ONG y sectores de la academia, ahora han guardado silencio y las más extremas marionetas políticas, aún le buscan dar legitimidad al proceso. Pero en vez de construir confianza, han generado rechazo y movimiento de la diversidad de organizaciones mapuche. Y Cada declaración del gobierno o de candidatos a parlamentarios y parlamentarias suena más a excusa y una voltereta más en el circo electoral.
Frente a esto, las comunidades han tenido claridad, sensatez y posiciones directas: no hay consulta posible si no hay voluntad política real para devolver tierras y reforzar los derechos colectivos amparados en el derecho ancestral e internacional.
Gobierno y políticos dan un espectáculo circular
A fines de agosto, cuando desde Santiago hasta Aysén las comunidades han rechazado este proceso de consulta, el subsecretario del Interior, Víctor Ramos Muñoz, aún no se cansa de repetir que “la consulta es uno de los múltiples pasos más que se han venido dando durante estos cuatro años» del gobierno de Gabriel Boric. Señala además que recién se está en la “fase de planificación”, que es lo mismo que decir que están en nada, que han retrocedido o que buscan desesperadamente una forma elegante para desmantelar la bomba que comenzaron a armar con la Comisión de Paz y Entendimiento.
Ramos Muñoz, que fue secretario ejecutivo de esta Comisión Presidencial y encargado nacional del Plan Buen Vivir, dijo a CNN este martes (26.08.2025) que “todavía no se discuten los temas de fondo, se están poniendo de acuerdo con las comunidades en cómo nos organizamos para dialogar”.
Las palabras del Subsecretario suenan políticamente correctas, pero revelan desorden, información poco creíble y esfuerzos para explicar lo inexplicable: una escandalosa consulta que solo es apoyada por funcionarios ligados al gobierno y parlamentarios afines a los intereses de los partidos, especialmente de la moribunda Democracia Cristiana y el entusiasta y escalador Frente Amplio.
La sensatez de las comunidades ha primado y ha generado un rechazo masivo y diverso a los intentos del gobierno de Boric por terminar de una vez por todas con los reclamos del Pueblo Mapuche por recuperar sus territorios.
Las comunidades, además de rechazar esta peculiar forma de consulta, han activado sus redes y sus organizaciones ancestrales, para también discutir y avanzar hacia la autodeterminación y fortalecer lo poco que las leyes chilenas establecen en materia de protección de derechos colectivos, como son artículos claves de la Ley Indígena (N° 19.253) y la bombardeada Ley Lafkenche (N°20.249).
En este contexto final el gobierno, a través de Ramos Muñoz, apela de forma salamera a la «vocación históricamente política” del pueblo Mapuche con el objetivo de mantener la consulta y que se mantenga un impositivo diálogo. Pero ya nadie cree, en esta otra propuesta irresponsable de los gobiernos de turno.
El Subsecretario, además agrega que hay “flexibilidad para mejorar”. Pero ¿Qué podrá mejorar el gobierno cuando organizaciones históricas mapuche, estudiantes, comunidades urbanas y rurales ya han señalado su rechazo a esta peculiar consulta? ¿Qué se puede mejorar cuando estamos en tiempos electorales en que llueven las promesas a cambio de votos? ¿Qué se puede mejorar cuando le quedan pocos meses a este gobierno para que termine su mandato?
No es solo el gobierno
Pero el gobierno no está solo, ni armó la Comisión de Paz en solitario. Detrás están las mentes empresariales nacionales y multinacionales, sectores de la academia, asesores legales, ONG y funcionarios de oficinas públicas que facilitaron reuniones en los territorios, y por supuesto la clase política transversal con el exministro de Sebastián Piñera, Alfredo Moreno; y el histórico senador democristiano Francisco Huenchumilla, que estuvieron liderando este culebrón político.
En resumen: cuatro años de diálogo “en construcción”, donde lo único sólido es la incapacidad de avanzar. Hoy el Gobierno carga con una bomba de tiempo que él mismo activó y lo que se ve es que está perdiendo por todas partes. Si sigue con el proceso de consulta, pierde y sus candidatos sentirán el efecto de rechazo. Si paraliza la consulta, pierde en credibilidad y expone su burdo manejo político en temas delicados e históricos.
La Comisión de Paz y Entendimiento comenzó con una base excluyente, y poco realista. Ahora no importa con cuánta técnica, eficiencia o cuidado se intente ejecutar: sigue siendo excluyente.
No existe una manera correcta de hacer lo incorrecto y la consulta indígena es un buen ejemplo: aunque el gobierno, sus políticos y funcionarios presenten metodologías, cronogramas y equipos técnicos, todo el proceso que nació cuestionado por las comunidades ahora está viciado.
Este gran error no forzado amenaza a la administración de Boric con dejarla marcada como otro gobierno chileno más que prometió diálogo, escuchar a las comunidades y generar propuestas realistas y nacidas de una participación genuina del Pueblo Mapuche, pero terminó profundizando la histórica fractura y el despojo. Esta consulta indígena, tal como está, no resuelve el conflicto, al contrario, lo amplifica.
Algunas políticas afirman que si no se avanza en este tipo de consultas, el pueblo mapuche quedará sin nada y se demorarán años en recuperar los territorios. El camino ya ha sido largo y difícil, pero la sensatez, la historia y las presentes y nuevas generaciones son las que deben decidir, y no una viciada y corrupta clase política que impone un mal menor como solución que es ni mas ni menos perpetuar el despojo y establecer un “pogrom moderno”, es decir una silenciosa y ladina forma de aniquilación física, territorial, simbólica y cultural. Tal como lo sugirió Gabriela Mistral hace ya 100 años, el silencio, la exclusión y la invisibilización pueden ser tan destructivos como la represión armada. Eso es lo que está ocurriendo con este tipo de consulta indígena y otras políticas implementadas por este y los anteriores gobiernos neoliberalistas en Chile. *****FIN*****