En Quepe, comuna de Freire, comunidades locales llevan su lucha a los tribunales para frenar el paso de camiones forestales por un camino ancestral mapuche. La Corte de Apelaciones de Temuco acogió el recurso de protección presentado contra una empresa Forestal que transformaron una senda de memoria y espiritualidad en ruta de la industrial extractivista.
Por Gloria Millaray Cayupi — Werken del linaje Cayupi, Quepe comuna de Freire.
¡La lucha de nuestro territorio llega a la Corte!
13 de octubre de 2025
Lamngen, que se sepa: el latido de nuestra tierra nos ha llevado a la justicia. La Ilustrísima Corte de Apelaciones de Temuco ha acogido nuestro Recurso de Protección contra la empresa Forestal Inversiones Rayenko Limitada y el particular Pablo Bornand Alcoholado, responsables del uso abusivo de un camino ancestral mapuche convertido en vía industrial, sin consentimiento ni respeto por nuestra historia.
El camino que hoy se disputan no es una simple vía de paso. Es la huella viva de la historia del lof de Juan Cayupi, quien en 1920 compro el antiguo fundo Colonia Tumuntuco para su gente. Este camino, que por derecho y herencia pertenece a la familia Cayupi es un símbolo de su permanencia en el territorio.
Ahora, el fundo Europa, a través de Pablo Bornand, y la Forestal Rayenco, han usurpado este espacio, rompiendo el equilibrio y la seguridad de la comunidad. El constante tránsito de sus vehículos no solo es una falta de respeto a la memoria ya los derechos de los Cayupi, sino que pone en grave riesgo el «diario vivir» del lof, especialmente la seguridad de los püchi keche (niños y niñas) que asisten a la escuela del lugar. Esta situación es una nueva amenaza a su forma de vida ya la tranquilidad de su territorio ancestral.
Una historia repetida de despojo y silencio
Lo que hoy enfrentamos no es un hecho aislado. Es la continuidad de una historia larga y dolorosa: la venta fraudulenta de tierras mapuche, traspasadas entre el Estado, las familias de la clase política y las empresas privadas, que con el tiempo convirtieron nuestros territorios en fundos latifundistas y monocultivos agroexportadores. Cada hectárea perdida fue también una palabra olvidada, un lawen que dejó de crecer, una casa que se vació.
Las rutas que fueron senderos de trafkintu, comercio local, caminos de encuentro y espiritualidad —por donde transitaban nuestros abuelos hacia los menokos o los nguillatun— hoy son caminos rurales habilitados para la industria extractiva. Los mismos espacios de encuentro se transformaron en vías de paso para camiones forestales de 45 toneladas, escoltados por Carabineros, amparados por autoridades que miran hacia otro lado.
Este atropello tiene nombres y apellidos. Denunciamos la intervención del delegado presidencial Eduardo Abdala (PPD), quien ha instruido oficios a Vialidad y CONADI buscando un “resquicio legal” para beneficiar a la Forestal Rayenko. Lo mismo ocurre con Carabineros del Retén de Quepe, que han protegido las faenas de la empresa sin orden judicial alguna, ignorando nuestras denuncias y respaldando a los poderosos.
Nos preguntamos con legítima preocupación: ¿están el delegado presidencial, el Seremi de Seguridad Israel Campuzano y el general director de Carabineros Marcelo Araya Zapata del lado del dinero o del lado de la dignidad de su oficio?
La Corte de Apelaciones ha reconocido la gravedad de nuestra denuncia: declaró admisible nuestro recurso y ordenó a Carabineros constatar los hechos en terreno. Es un primer paso de justicia, pero la vigilancia no cesa. Hemos solicitado una Orden de No Innovar, para que se detenga el paso de toda maquinaria pesada mientras dure el proceso.
No se trata solo de propiedad o legalidad. Se trata del Küme Mongen, del buen vivir que sostiene nuestra espiritualidad, nuestra economía y nuestro modo de habitar el territorio. Cada camión que pasa no solo levanta polvo: levanta también las sombras del despojo, del racismo y de la impunidad.
En mi corazón, este conflicto tiene el peso de la historia. “No es solo un camino —les digo—, es el símbolo de cómo el Estado chileno y las empresas han pasado una y otra vez sobre nuestra palabra.”
La corrupción silenciosa que permitió el traspaso de nuestras tierras entre políticos, notarios y empresarios fue legalizada y normalizada. Así se fue borrando nuestra economía local, nuestras viviendas y nuestra espiritualidad. Pero mientras haya un werken, una lamngen o un lonko dispuesto a levantarse, seguirá existiendo esperanza.
Nuestra meta es clara: que este proceso judicial siente un precedente histórico. Que el Estado reconozca que el progreso no puede seguir fundándose en el despojo ni en el dolor de los pueblos originarios. Que la justicia chilena, por una vez, mire más allá del expediente y vea el latido de una tierra que aún vive. Y que lo integra a ese expediente judicial.
“El camino de los Cayupi no será camino del despojo. Será el sendero de la memoria, del respeto y del regreso al equilibrio.”
Por eso hoy exigimos diálogo, reparación y verdad. Porque detrás del ripio y la maquinaria sigue latiendo la memoria de nuestros mayores, y esa memoria —lamngen— no se destruye con camiones.
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Gloria Millaray Cayupi
Werken del linaje Cayupi, Quepe – Freire