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Temuco
12 octubre 2025

Papa León XIV denuncia las nuevas pobrezas y la ilusión de la felicidad basada en la acumulación

La pobreza como revelación y distancia se estampan en el primer texto significativo del Papa León XIV que redefine un pilar fundamental de la Iglesia Católica. Su crítica apunta al corazón del sistema económico global: el ideal de éxito sostenido por la acumulación material. En esa lógica, la pobreza no se mide solo por lo que falta, sino por la incapacidad de vivir con sentido y en comunidad.


Temuco, 11 de octubre de 2025. (diariomapuche.cl)– En su primera exhortación apostólica Dilexi Te (“Te he amado”), el Papa León XIV denuncia la ilusión de una felicidad basada en la acumulación y plantea una nueva comprensión de la pobreza como dimensión espiritual, social y cultural. Sin embargo, su mirada mantiene una tensión: quien habla de los pobres sigue siendo quien no lo es, revelando la distancia entre la Iglesia que acompaña y la pobreza que se vive desde dentro.

En Dilexi Te fija una advertencia global: “Las nuevas formas de pobreza nacen de la ilusión de la felicidad basada en la acumulación.” El texto retoma el legado del Papa Francisco y lo proyecta hacia una teología del siglo XXI: la pobreza ya no es solo una carencia material, sino una fractura integral de la humanidad.

“No debemos bajar la guardia respecto a la pobreza”, advierte Leon XIV, recordando que millones de personas mueren por falta de comida y agua, mientras los países más ricos se encierran en una burbuja de bienestar.

Robert Francis Prevost es el Papa León XIV, nació en Chicago (EE.UU.) en 1955. Es miembro de la Orden de San Agustín y exobispo de Chiclayo (Perú). Fue elegido en mayo de 2025 como el primer pontífice estadounidense.

Para León XIV, el mundo vive bajo una “ilusión de felicidad derivada de la vida acomodada”, que impulsa la acumulación de bienes, poder y prestigio a costa de la justicia social. “En un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos —escribe— también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común.”

Su crítica apunta al corazón del sistema económico global: el ideal de éxito sostenido por la acumulación material. En esa lógica, la pobreza no se mide solo por lo que falta, sino por la incapacidad de vivir con sentido y en comunidad.

Las nuevas formas de pobreza

Uno de los ejes más fuertes de Dilexi Te es la ampliación del concepto de pobreza. León XIV rompe con la visión económica reducida y propone una lectura multidimensional que abarca lo económico, social, cultural y espiritual.

“El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres. Todo el camino de nuestra redención está signado por ellos”, afirma el Papa.

León XIV identifica tres dimensiones interconectadas de pobreza:
– Económica: carencia de alimentos, agua y vivienda.
– Social: exclusión, desigualdad, precariedad laboral.
– Cultural y espiritual: pérdida de sentido, desarraigo, soledad.

Esta mirada multidimensional plantea una paradoja: nunca hubo tanta riqueza ni tanta soledad. El bienestar, convertido en fetiche, se transforma en una nueva pobreza moral y emocional.

Más allá de la beneficencia

El documento insiste en que la relación con los pobres no debe reducirse a la caridad asistencial, sino que debe entenderse como una experiencia espiritual: “No estamos en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación; el contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia.”

Sin embargo, esta misma frase también significa que quien habla no es pobre, que se está aparte, observando desde fuera, y que pretende revelar a los pobres “lo que es la realidad.” En otras palabras, el Papa reconoce la dignidad de los pobres, pero la mirada sigue viniendo desde fuera de la pobreza. Se trata de una Iglesia que quiere estar “para los pobres”, pero que aún no logra hablar “desde los pobres”.

El valor de la pobreza en los cimientos de la Iglesia

Históricamente, la pobreza es uno de los pilares básicos del cristianismo. Jesús no solo predicó a los pobres: vivió como uno de ellos. Su “opción por los pobres” no fue un gesto moral, sino una forma de vida.

En Dilexi Te, León XIV defiende la pobreza como espacio de revelación, pero su discurso mantiene la distancia entre quien contempla y quien padece. El reto del siglo XXI —que su exhortación apenas insinúa— es que la Iglesia deje de hablar de los pobres para hablar desde su pobreza compartida, es decir, desde una espiritualidad encarnada en la vida real.

Un programa para el siglo XXI

Con Dilexi Te, León XIV hereda la sensibilidad humanista del Papa Francisco, pero da un paso más: sitúa la pobreza en el centro del desafío civilizatorio. La raíz del mal no es solo estructural o económica, sino espiritual: la ilusión del yo satisfecho que se olvida del otro.

“La pobreza no es un dato inevitable, sino una herida abierta por el egoísmo de un sistema que ha olvidado el amor”, escribe el Papa.

Su propuesta final no es un programa político, sino una invitación a la conversión global: reemplazar la lógica de la acumulación por la lógica del cuidado y la interdependencia.****FIN*****

 

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