Un estudio del historiador Hugo Contreras-Cruces (Universidad de Chile) demuestra que, desde los fuertes coloniales de Carelmapu y Calbuco, se organizó una verdadera “máquina de captura” de personas mapuche-huilliche entre 1598 y 1615. Las víctimas eran vendidas como esclavas en Concepción, Santiago e incluso en el Perú. (La imagen deenterreno.com, muestra el fuerte español Reina Luisa que aún está en pie en Osorno).
Osorno, 07 de octubre de 2025. (diariomapuche.cl)– Un artículo publicado en la revista Autoctonía (Vol. IX, 2025) por el historiador Hugo Contreras-Cruces, de la Universidad de Chile, reconstruye uno de los episodios más crudos del colonialismo en el sur del territorio mapuche: la esclavización sistemática de los pueblos huilliche y mapuche de Valdivia y Osorno, entre los años 1598 y 1615.
El estudio, titulado “¿Legal y legítima o abusiva e interesada?”, se centra en las décadas posteriores al alzamiento general mapuche de 1598, cuando las ciudades españolas del sur fueron destruidas y los colonizadores se replegaron al norte del Biobío.
Según Contreras, los militares europeos instalados en los fuertes de Carelmapu y Calbuco (actual provincia de Llanquihue), organizaron una red de malocas y capturas de mujeres, hombres y niños indígenas.
Estas personas eran embarcadas hacia Concepción, Santiago e incluso Lima, donde se comerciaban como “piezas de indios” y se utilizaban como sirvientes domésticos o trabajadores agrícolas o en faenas mineras.
El autor identifica a gobernadores, maestres de campo, capitanes y comerciantes españoles que participaron directamente en este tráfico humano, entre ellos Jerónimo de Peraza, Pedro de la Barrera Chacón y Antonio Méndez, quienes transformaron los fuertes coloniales en verdaderos centros de trata esclavista.
A pesar de que la Corona había prohibido formalmente la esclavitud indígena, la práctica fue amparada en decretos ambiguos, sobornos y falsos certificados que declaraban a las víctimas como “indios de guerra”.
Contreras-Cruces sostiene que esta red no fue una práctica aislada, sino una estructura económica permanente que articuló intereses militares, religiosos y mercantiles. La esclavización “se convirtió en un negocio estable y rentable que involucraba a los más altos mandos coloniales”, dice el autor del estudio.
El texto también recuerda que algunas autoridades indígenas enviaron embajadas de paz desde los llanos de Valdivia y Osorno hacia Carelmapu en 1614 y 1615, denunciando los abusos y pidiendo el fin de las capturas. Sin embargo, el gobernador Alonso de Ribera y su consejo militar rechazaron los acuerdos, manteniendo la política de guerra y desarraigo.
El estudio explica que la palabra “Chile”, usada en los documentos del siglo XVII, no se refiere aún al Estado-nación moderno, que nacería dos siglos después. En esa época, el término designaba al “Reino de Chile”, una jurisdicción colonial dependiente del virreinato del Perú. Así, cuando las fuentes coloniales hablan de “indios esclavos de Chile” o de la “frontera chilena”, lo hacen desde la lógica imperial española, no desde una identidad nacional.
Desde una lectura contemporánea, los hechos relatados por Contreras-Cruces revelan el origen violento del colonialismo en el sur del Wallmapu. Los actuales territorios de Osorno, Calbuco, San Juan de la Costa y Chiloé continental fueron escenario de una guerra económica y humana que buscó aniquilar a las comunidades mapuche williche o integrarlas como fuerza laboral forzada.
“Desde los fuertes de Carelmapu y Calbuco se montó una verdadera máquina de capturas humanas que operó más allá de la ley, movida por la codicia y la impunidad”, resume el autor.*****FIN*****
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